¡Dejad el corazón envuelto en llamas
que grácil nos exponga su decreto,
dejad que mi alma tímida en secreto
se pose cual cenzontle entre las ramas!
¿Y cómo no decirte que derramas
tu gran cariño núbil por completo,
en mi versar que busca tu boceto
para saber lo mucho que me amas?
Fuérame por un ínfimo momento
el contemplar lo suave de tu boca,
y acariciar sublime tu cimiento
de tu amor que a mi alma vuelve loca,
¡oh niña rubicunda de portento
eres tan bella cual cristal de roca!
R. P. G.
Corazón de Jaguar
Los sueños, casi dioses del destino
ResponderEliminarpoderosos, fantasiosos
bellos, tristes y del éxito testigos
El amor, sentimiento adormecido
tal sensible pétalo al tacto
un caballero cae rendido