lunes, 9 de septiembre de 2019

Una escena de cortejo


Cuando me venga el desgano
de lo que no pudo ser,
tu inveterado poder
me tomará de la mano.

Y me verás a los ojos
como si fuera un jardín
hasta que pruebes al fin
el sueño de tus antojos.

Como lo dicta la historia
de la doncella feliz,
te quedará cicatriz
de aquella escena ilusoria.

Y dormirás como aldaba,
en pudibunda verdad…
¡sublime en la eternidad
que te dirá enamorada!

¡Ese cariño que inunda
tu vértice de coral
es delicado cristal
que a tu belleza fecunda!

¡Ay tu cabello castaño
que oprimes con precisión
al pecho y al corazón
cuando te anhelo y te extraño!

Me vuelvo Tezcatlipoca
y con viril interés,
de la cabeza a los pies…
¡mi palma indemne te toca!

Ya embelesada por ello
sujetarás un cordel
y me darás aguamiel
mientras me besas el cuello…

¡Oh Xochiquétzal preciosa
que tu vestido jazmín
reluce desde el Tajín
hasta la cuenca lluviosa!

En tu boquita acendrada
la ofrenda del azafrán
te rinde un culto galán
por verte aquí desposada…

He de clavarme una espina
y descubrir al quetzal
que adorna el manto nupcial
en el que posas divina…

¡Y en esta escena al cortejo
donde imagino tu tez
con tu sutil doncellez
este poema te dejo!


Corazón de Jaguar ©

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