Cuando
me venga el desgano
de
lo que no pudo ser,
tu
inveterado poder
me
tomará de la mano.
Y
me verás a los ojos
como
si fuera un jardín
hasta
que pruebes al fin
el
sueño de tus antojos.
Como
lo dicta la historia
de
la doncella feliz,
te
quedará cicatriz
de
aquella escena ilusoria.
Y
dormirás como aldaba,
en
pudibunda verdad…
¡sublime
en la eternidad
que
te dirá enamorada!
¡Ese
cariño que inunda
tu
vértice de coral
es
delicado cristal
que
a tu belleza fecunda!
¡Ay
tu cabello castaño
que
oprimes con precisión
al
pecho y al corazón
cuando
te anhelo y te extraño!
Me
vuelvo Tezcatlipoca
y con viril interés,
de
la cabeza a los pies…
¡mi
palma indemne te toca!
Ya
embelesada por ello
sujetarás
un cordel
y
me darás aguamiel
mientras
me besas el cuello…
¡Oh
Xochiquétzal preciosa
que
tu vestido jazmín
reluce
desde el Tajín
hasta
la cuenca lluviosa!
En
tu boquita acendrada
la
ofrenda del azafrán
te
rinde un culto galán
por
verte aquí desposada…
He
de clavarme una espina
y
descubrir al quetzal
que
adorna el manto nupcial
en
el que posas divina…
¡Y
en esta escena al cortejo
donde
imagino tu tez
con
tu sutil doncellez
este
poema te dejo!
Corazón de Jaguar ©
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