I
Triscad la panegírica receta,
oh luna que te rindes al felino
que a diario te escribió tal como vino
el verso entre su mente de poeta…
De aquella situación afable y quieta
quedose un desarrollo repentino:
también es el jaguar que peregrino
amó desde el principio a “su coqueta”.
Y mientras en la selva presuntuosa
halló sin observar y de repente
al Este la blancura luminosa
con forma de integral condescendiente:
pidió y pidió tenerle como esposa,
más ella adelantó: “¡ven a mi mente!”
II
Y así comienza el diáfano misterio,
los diálogos románticos, tan vivos,
son dos enamorados y cautivos:
¡en música de piano y de salterio!
* * * * *
- Mujer, mujer te miro desde tierra,
en medio de la fronda inmarcesible,
¿acaso encontraré tu apetecible
y fúlgido deleite que me aferra?
- No busques presuroso, te conservo
ingrávido y temible, mi valiente
altivo como el Sol, ¿quién te consiente?
¡si yo bajo tu piel soy como un ciervo!
- Retírese tu manto, me dirijo
a entrelazar mi mano en tu cintura
y unirte a mí, lumínica figura,
en aras tornasol: ¡como un prolijo!
- Dejadme procurar tu fantasía
que vuelve del umbrático episodio,
¡añoro te conviertas en custodio
y vengas hacia mí con osadía!
- Percibo la dulzura de tu boca
que emana pachulí: ¡qué gran encanto!
pudiera asemejarse al amaranto
y en verde mi canción: ¡cristal de roca!
- Paciente y desafiante, mi guerrero
ya bajas el botín de tu batalla,
te espero por el campo y la medalla
que llevas hasta el fin: ¡es lo que quiero!
- Al tiempo el impoluto desenfreno
aprueba perseguir mis decisiones,
¡divino festival de inspiraciones,
el tálamo y la sábana… tu seno!
- ¡Y el toque individual de tu fragancia,
la estrella que estampada en platería,
murmura la palabra “simetría”:
tus dedos me acarician con prestancia!
- Dejad que te vislumbre mi doncella
y entregue con vigor mis elaciones,
ofrenda virginal: dos corazones
que llevan el color de la grosella.
- Sentid la tesitura de tu esencia
y sed a ti la musa inspiradora,
el sueño que me vio propiciadora
se vuelve a tu verdad: ¡qué diferencia!
- Te miro Xochiquétzal, me ilusiono,
escribo sin rubor este secreto:
“océlotl me confieso, qué decreto
y busco tu laurel sin desentono.”
- Te pido que me mires tiernamente
y tomes el laurel de la victoria
que está sobre de mí, jaculatoria;
¡la prístina moción: opalescente!
- Ya nada pues, impide nuestra gloria
y núbil se verá nuestro momento,
¡qué dicha, qué dulzor y qué portento,
el tiempo aquí se casa con la historia!
- Tomadme ya, cruzad los litorales
y sed aquel esposo permanente,
forjad los dos eterno remanente:
¡más antes celebrad los esponsales!
* * * * *
III
Seguid el carmesí, yo me contento
y el ínclito suspiro que te nace
sospecho se asemeja al raudo trace,
seráfico y sin fin, pronunciamiento.
Un dístico palpable, lo que siento,
la flor sobre el zafiro se complace
y el verde pastizal forma un enlace,
la luna y su jaguar, ¡sometimiento!
Sentid el aluvión que te acaricia,
proviene de mi brazo sugerente
y entre tu piel te graba con justicia:
“la férvida mujer, tan inocente,
se unió con su vestido a la delicia
del cántico nupcial… ¡ignipotente!”
Corazón de Jaguar ©
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