jueves, 17 de diciembre de 2009

Nostalgias



I

¿Qué cosa rara es éste transitar
por la vida con paso fervoroso,
de caricia plena y álgido pesar?

Resuena en mi interior el eco pavoroso
de aquello ignoto que atormenta
como el tirano más cruel y poderoso.

¿Cómo no tener sedienta y afanosa
el alma que en un hilo párvulo y rojizo
pierde su existencia vana y azarosa?

Y yo, buscando en lo plomizo
de mi atormentado pensamiento
todo me es igual y advenedizo.

¿Por qué se ha enfriado el sentimiento
y el amor se ha vuelto en mí
el más cruel y lacónico lamento?

II

¡Basta, basta mi yo oscuro
que muestras mi accionar en el espejo
del pasado, del presente y del futuro!

Y ahí estás como reflejo
soledad viajera sin seguro
y se semblante ingrávido y bermejo.

Preso soy de tus caricias de papel
y de tus palabras y ósculos fingidos
que son epítome a tus adornos de oropel.

Y en la nada se quedan revestidos
mis deseos como un vergel
y mis anhelos como olvidos.

¡Todo, todo me pide sangre,
la vida, la pena y el afán endrino
que a diario asiste a su palangre!

Bien pudiera como peregrino
pisotearte soledad cual lastre
dentro y fuera del camino

pero, ¡ya no puedo, no puedo
cargar el yugo de la pena
que bisoña me señala con el dedo

exclamando la más infame befa
a mi prístino y exánime denuedo
que lucha por hacer tu vida plena

inocente muñequita bella
que resplandeces en mi vida
como la más sublime estrella!

III

¡Las nostalgias pálidas y ufanas
que arrojan mis queridas
letras por las puertas y ventanas!

Porque mis vivencias son movidas
por las inopias de la soledad
volviéndose frustraciones deslucidas.

¿Me comprendo, acaso en verdad
me comprendo tal cual soy
con toda mi reflexión y novedad?

Nada como lo que escribo hoy
a éstas nostalgias con desdén
fatídico que cumplen su boicot...

IV

Sombras y arena quedarán
de la esencia de este pobre
hombre que anheló en verdad

relucir como a ennegrecido cobre
su existencia en soledad
y rebosante de sentir salobre.

Y la suavidad del labio
que sólo probó en su fantasía
se torna el más adusto agravio.

¡Ay de su heteróclita osadía
porque buscando la respuesta
mató a su alma en la monotonía

de pensar en algo que nunca fue
real ni siquiera en su interior
vacío como un quinqué

pero a la vez iluminado
por el esperanzador
anhelo de quien busca ése por qué

de su vida tan llena de frustraciones
y del pasar desgarrador
de aquellas utopías con sus pasiones.

¿Qué cosa rara es el pensar
en las nostalgias que hay en derredor
de aquel que exclama cual juglar?

Lo sabré, de cierto lo sabré yo
que nunca pude imaginar
ni concebir las verdades del amor

en la existencia efímera del ser
que sale bajo el arrebol
y se esconde en la atmósfera fatal...

¡Oh paradoja que sin prisa
te vuelves ardiente como el sol
somos tan sólo nostalgia y risa!


R. P. G.
Corazón de Jaguar





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